El pasado 11 de mayo, los vecinos de Redueña se fueron de excursión cultural a Segovia.
Los asistentes salieron de la plaza a las 8.30 de la mañana para llegar a las 10:00 y comenzar con la primera visita en el Alcázar. En dos grupos, en el que se visitó esta edificación del S.XII ubicado en lo alto del valle del Eresma y es símbolo de la Ciudad vieja de Segovia, declarada Patrimonio Mundial de la Unesco en 1985. Es uno de los castillos medievales más importantes del mundo, en su milenaria existencia, el Alcázar ha sido castro romano, fortaleza medieval, palacio real, custodio del tesoro real, prisión de estado, Real Colegio de Artillería y Archivo General Militar. Por sus estancias han pasado veintidós reyes, además de algunos de los personajes más destacados de la historia.
Desde allí, la visita se dirigió a la catedral de Nuestra Señora de la Asunción y de San Frutos de Segovia, conocida como la dama de las catedrales por sus dimensiones y su elegancia, construida entre los siglos XVI y XVIII, de estilo gótico con algunos rasgos renacentistas. En la construcción colaboraron los habitantes de Segovia. Tiene una estructura en tres altas naves, las cuales reciben el nombre de nave del Evangelio y nave de la Epístola; y girola. En el lado norte tiene seis capillas: San Antón, la Piedad, San Andrés, san Cosme y san Damián, San Gregoria y de la Concepción; por otro lado, en el lado sur están: la capilla del Cristo el Consuelo, La capilla de Santiago, de Santa Bárbara, de San Blas, del Cristo Yacente (es una escultura barroca del siglo XVII, realizada por Gregorio Fernández y donada por el obispo Melchor de Moscoso y Sandoval), Del Sagrario, del Cristo de la Agonía y de los Ayala. Y por último la girola con siete capillas más.
Se hizo un parón para comer, y después el grupo se dirigió a La Granja donde visitarían la Real Fábrica de Cristal, fundada en el siglo XVIII en San Ildefonso con la llegada de los Borbones, en la que se explicó la evolución del trabajo con el cristal, una demostración en vivo de la elaboración de un jarrón y de la decoración en frío.
Desde aquí ya se regresó a Redueña con la mente puesta en la siguiente excursión y, aunque cansados después de todo el día, muy contentos de haber pasado un día muy completo de visitas y buena compañía.